La sociedad toda es un ensayo de cooperación. La mayoría de los seres humanos pasan la mayor parte de su tiempo y de su vida en actividades económicas.
Por ello, las circunstancias en que se desenvuelve el proceso económico afectan intensamente los caracteres de sus personalidades. No existe en el mundo aparato de educación que actúe de modo tan ubicuo y permanente como el sistema económico [1].
Y esa influencia educadora puede ser “para bien” o “para mal”. Puede incentivar el impulso creador e innovador o adormecerlo en la repetición rutinaria, obediencia y sometimiento a la voluntad ajena. Puede alentar la solidaridad o excitar las pasiones egoístas y antisociales.
RÉGIMEN ECONÓMICO Y EDUCACIÓN
Todo sistema y/o régimen económico lleva en sí mismo una pedagogía social. El capitalismo global, en su versión más liberal, representa la aspiración de ciertos grupos de poder por construir una sociedad mercantil autosuficiente que tenga su correlato social y cultural. La estrategia no declarada de este «modelo» consiste en quitar los valores éticos y solidarios del análisis de los conflictos sociales y, de esta manera, “naturalizar” o hacer “normal” la injusticia de las relaciones sociales [2].
La economía social y, en particular, el cooperativismo, se posiciona en las antípodas al erigirse como un tipo de empresa que puede tomarse como modelo de comunidad organizada. “El cooperativismo no es sólo una forma de organizar la economía. Es también una forma que presenta un escalón ético superior» [3]. Integra una unidad de producción y una comunidad educadora.
Constituye un trabajo educador, que transforma la personalidad de sus protagonistas, siendo al mismo tiempo una educación para el trabajo. Al intervenir en la producción de bienes y servicios, el cooperador asociado y/o el trabajador cooperativizado, se educa y adquiere la capacidad de educar a otros.
Por ello, educar para la cooperación va más allá de los tipos de educación formalizados. Se hace referencia aquì a las múltiples formas de socialización dentro de la cultura de la empresa y/o organización. Formas que hacen que las personas, a través de su lugar productivo o laboral, obtengan una serie de experiencias que, con el tiempo, le otorgan comprensión sobre la especificidad de ese emprendimiento y sobre la racionalidad que subyace en el mismo. Personas en interacción que aumentan sus conocimientos sobre las consecuencias que implica ser miembro de esa entidad, con relación a sus derechos, sus obligaciones y a la expresión de los intereses comunes [4].
DAR SENTIDO A LA INFORMACIÓN
También hay que contrarrestar con inteligencia y formato atractivo el auge de una cultura cada vez más visual, que posterga las ideas en aras de la información: sabemos más que nunca antes pero pensamos menos en ello.
Gracias a Internet, nos impacta el tener inmediato acceso a todo lo que podríamos querer saber. Pero por lo expuesto sabemos que no se trata sólo de reunir información: es preciso convertir esa información en ideas y conocimientos que le den sentido a la información. La estética de la imagen prefiere saber a pensar porque saber tiene más valor inmediato en el mercado.
Sin duda, no es casual que parte de este mundo, que ha relegado a las ideas, haya surgido junto con el mundo de las redes sociales. Si bien hay sitios y blogs dedicados a ideas, son básicamente intercambios de información pero no para generar ideas. De alguna manera -si estamos desprevenidos- pueden constituír formas de distracción y de anti-pensamiento.
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[1] Olivera, Julio H. Teoría económica y sistema cooperativo en Academia de Ciencias Económicas, Bs. As., 1973.
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Fragmento de nuestro «Unidos en la Diversidad», Bs.As, Ed. Corregidor. (2011)